
Continuamos la lectura colectiva de «El Segundo Sexo» de Simone de Beauvoir.
El corte número 20 lo ha leído Jara ♥, venimos desde Madrid donde se grabó el anterior corte de nuestro audiolibro colectivo, ahora nos vamos a Mérida, Extremadura, para escuchar a Jara ¡gracias compañera!
Pasen lean y escuchen…
En este nuevo fragmento de El Segundo sexo de Simone de Beauvoir, Jara nos ha preparado la grabación desde la página 216 «Sin embargo, en el Curso del siglo XIX…» hasta la página 226 «Por su parte, el hombre satisface con ella sus deseos sin pedir su opinión.»
Este fragmento del libro nos lleva hacia el análisis dentro del contexto de la época y de las diferentes obras contemporáneas que profundizan sobre los entresijos del matrimonio, como institución respetable, que a pesar de lo que a lo largo de nuestra vida el patriarcado nos ha hecho creer, en sus inicios, no hace tanto tiempo, no tenía nada en común con el amor si no que estaba más cerca de ser un contrato en el que la mujer era una cosa, un objeto.
La reproducción, la propiedad del hijo son algunas de las motivaciones que llevan a los hombres a consumar este acuerdo extraño y en la mayoría de los casos espontáneo, que se convierte en un acto decisivo para el resto de sus vidas.
La virginidad en el matrimonio, así como la experiencia en la noche de bodas se presentaba como prueba irrefutable de que la mujer era una propiedad íntegra y exclusiva a lo que se añadía el valor moral, religioso y místico que rezuma hasta nuestros días. Siendo para las mujeres en muchos casos la desfloración un hecho traumático, cercano a o directamente una violación, que llega a condicionar nuestra sexualidad para el resto de nuestras vidas.
El derecho al placer de la mujer y el deber del hombre a dárselo, es otra de las cuestiones que trata. El matrimonio tradicional, ya en la época era bien sabido, está lejos de lograr desarrollar el erotismo femenino. En muchos casos las mujeres preferirían que la cantidad de relaciones sexuales fuera inferior, paradoja destacable, teniendo en cuenta que la capacidad de las mujeres para sentir placer es ilimitada. La autora observa, como en un matrimonio, conservar el amor y el placer de forma continuada en el tiempo puede llegar a ser «un milagro».
En el seno de la pareja; la fidelidad, el deseo, la singularidad, son parte de la construcción de una posesión imposible en la que lo erótico llega a desaparecer y convertirse en repudio. Probablemente debido a nuestra construcción idílica generada desde la más tierna infancia hacia la institución, que se disipa a medida que pasa el tiempo. Este muerte del erotismo es además una consecuencia de la carencia de sensibilidad de muchos varones a la hora de conocer la sexualidad y posibilidades del placer más allá del coitocentrimo.
En muchos casos, ocurre, que reglamentar el erotismo a través del contrato del matrimonio directamente lo asesina. La pasión lejos de ser recíproca se llega a convertir en importunio, al transformar el amor en deber.
Y se cierra el fragmento con la frase: «Por su parte, el hombre satisface con ella sus deseos sin pedir su opinión.» Añadiría aquí, ante su incapacidad de romper con una sexualidad coitocéntrica y de esforzarse en conocer y profundizar en los deseos que vayan más allá de los suyos propios.
¡Cuanto de contemporánea sigue teniendo la obra! No son pocos los matrimonios o parejas, de nuestro entorno más cercano o nuestras propias, que pueden ejemplificarse para hablar de muchas de las afirmaciones del fragmento que ahora tratamos. Ese valor místico, trascendental, que volcamos en la pareja, es la encarnación misma del patriarcado. Se encarga de envolver la construcción de hacerse mujer y generar las expectativas que van creciendo durante toda una vida hacia el ideal de la pareja, el compromiso, el matrimonio. Alimentados por los mass media y nuestra cultura, los mitos del amor romántico minan la construcción del matrimonio, aún hoy, en nuestra sociedad occidental, que a veces nos hace creer todo lo contrario y se convierten en los pilares que sostienen el sistema capitalista heterocispatriarcal.
Ese poder que le damos a la institución, llámese pareja, compromiso, matrimonio. Esta construcción romántica que nos ciega la intuición, nos lleva a obviar, pasar por alto, perdonar a lo largo de las relaciones, todo tipo de agravios que son inimaginables permitir a otros niveles de relaciones cotidianas, fuera del ámbito de la pareja, resultan también impensables al comienzo de las mismas. Y que nos lleva a dramatizar las pérdidas y a vivir en la eterna búsqueda de la media naranja, este mensaje intrínseco es a veces tan fuerte y a la vez sutil, que vivimos sin darnos cuenta como pernea hasta lo más profundo de nuestra sociedad.
El amor romántico impregna el hacerse mujer, y en el marco heteronormativo muchas veces es sinónimo de ciencia ficción. Lo inevitable es que caiga por su propio peso. Lo positivo es que en la actualidad el matrimonio, o formas de relación de pareja similares, puede acabar sin mayor trauma y el feminismo es la herramienta que nos sirve para desmenuzar y visibilizar que no se trataba más que de una construcción idealizada del otro que lejos de tener que ver con una relación o persona concreta, tiene que ver con el «hacerse mujer» a lo largo de toda una vida y lo que ello conlleva.
La muerte inevitable del atractivo erótico, llega de la mano de la realidad y del ejercicio de desmontar la construcción romántica.
Me reconozco a mí misma en el desenlace de puro hastío, cuando no queda más que humo entre las manos. Casi sin darnos cuenta, reproducimos los roles de género y proyectamos en el otro la capacidad de convencernos de prácticamente cualquier cosa. El patriarcado se reproduce hasta en infinito, parejas que se convierten en microparcelas vitales de opresión y cárceles mentales disfrazadas de amor romántico en la que dos seres humanos se niegan a reconocer la intrascendencia de su unión a toda costa. En las que las mujeres, afectuosas, cuidadoras, conciliadoras, confiadas, con infinita capacidad del perdón y de ayuda y apoyo desmedido, llegamos a ser presas de nuestra propia imaginación, aferrándonos a un ideal ficticio, bloqueando nuestra intuición. Siendo capaces de emplear años y en los peores casos toda una vida en desprendernos del montaje sociocultural entorno a las relaciones de pareja.
La frase elegida por Jara para la ilustración ha sido: «Desde luego, se cometen más violaciones en el matrimonio que fuera del matrimonio», dice Havelock Ellis. En su obra «Monatsschrift für Geburtshilfe» – 1889.
Jara nos comenta lo siguiente:
«a pesar de que el trozo que he tenido la oportunidad de leer puede hacernos reflexionar sobre el matrimonio, el amor, el sexo y la sexualidad, no me gustaría perder la oportunidad de señalar una realidad que hoy, en 2017, 128 años después, sigue siéndonos muy cercana. No alcanzo a conocer las cifras de violaciones dentro y fuera de las relaciones, de hecho probablemente ni existan pues ni siquiera muchas de nosotras somos capaces de reconocer que hemos sido violadas por nuestras parejas pero es una realidad, una realidad escondida que nos marca y que debemos seguir señalando hasta que nuestros gritos consigan dejar en el pasado, que no en el olvido, esta realidad.»
Podéis ver el vídeo que nos ha preparado Jara con la reflexión sobre su lectura:
Y para escuchar el audio del fragmento de la lectura
Seguimos leyendo y escuchándonos, puedes acceder a escuchar todos los fragmentos ya leídos en www.pnitas.es/el-segundo-sexo
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